Tras el mensaje lanzado por el alcalde este fin de semana en redes sociales afirmando que “Heredamos un segundo puente que, pese a todo el sobrecoste, estaba sin acabar y sin conectar realmente con la ciudad”, muchas han sido las voces críticas que han aprovechado estas declaraciones para cargar contra José María González y su gestión al frente del equipo de gobierno durante estos últimos 6 años.
Y es que, independientemente del sesgo que cada cual quiera darle a la realidad, objetivamente se considera algo como “acabado” cuando no tiene nada pendiente por hacer. Y lo cierto es que al nuevo puente que enlaza la ciudad con el resto de la provincia le quedan algunas tareas pendientes.
La Pepa no es de titularidad municipal, vaya este hecho por delante. Aún así, una obra de tal envergadura debe contemplarse de forma global, es decir, como parte activa de un todo, en este caso de una ciudad: Cádiz.
Plantar un puente de las dimensiones de La Pepa sin tener en cuenta las conexiones a ambos lados del mismo es un sinsentido más grande que el propio puente. Y si bien es cierto que la parte que conecta el puente con Puerto Real es competencia estatal, la parte que conecta con la ciudad es municipal, con lo que tampoco es tan descabellado afirmar eso de que “heredamos un segundo puente…”.
La intervención urbanística proyectada, urbanización de la Avenida de Huelva, tendrá más o menos defensores y detractores pero es innegable que proporcionará un balón de oxígeno al tráfico de la ciudad. Se estima que unos 26.000 coches pasan diariamente por este segundo puente frente a unos 23.000 que lo hacen por el antiguo Carranza.
Cuanto más fácil ponga La Pepa acceder a diferentes puntos de la ciudad, más de Cádiz será.